Érase una vez, en un reino
lejano, una reina bellísima y un apuesto rey que vivían felices en su lujoso
palacio. Sin embargo, su felicidad no estaba completa, pues lo que más deseaban
era un bebé y, a pesar de sus años de matrimonio, seguían sin tener
descendencia.
Tantas eran sus ganas de tener
hijos que al fin la reina se quedó embarazada. Después de 9 meses nació una
niña preciosa, tan bella como su madre, a la que pusieron el nombre de Teresa.
El rey, que era tan tozudo como
protector, no quería que su hija sufriera los males que el exterior del palacio
albergaba, por lo que estipuló que la princesa jamás saldría de allí. Así, se
mantendría fuera de cualquier peligro.
No obstante la pequeña amaba la
caza, y, a medida que creció, tuvo un deseo: conseguir elaborarse un abrigo con
pieles de todos los animales. Les contó a sus padres este sueño, les rogaba una
y otra vez acompañar a su padre de cacería, pero era inútil, éste siempre se negaba
a que la niña saliera, por lo que no le quedaba más remedio que entretenerse en su habitación elaborando
su propio arco y flechas.
Para consolarla, su madre le
regaló una cadenita con un colgante con la inicial de su nombre, un espejito y
su anillo de bodas; así como 3 vestidos: uno tan dorado como el sol, otro tan
plateado como la luna y el último, tan brillante como las estrellas.
Aunque Teresa se veía hermosísima
con ellos, no le consolaron. Tal era el deseo que el rey veía en su hija por tener el abrigo de toda
clase de pieles que él mismo se lo confeccionó. La joven, que ya tenía 16 años,
valoró el esfuerzo que su padre había realizado, pero quería haberlo conseguido
por ella misma, así que pensó que la única forma de acabar con la orden de
permanecer de por vida en palacio, era escapándose de ese lugar.
Sabía que abandonaría a personas
que realmente la querían pero su valentía le llevaba a huir, así que cogió los
regalos de su madre, el arco y las flechas, y se puso el abrigo de toda clase
de pieles para que nadie la reconociera.
Anduvo y anduvo hasta que se
adentró en un bosque que pertenecía a otro reino. Pensó que ese era un buen
lugar para vivir, allí podría disparar con el arco y construir una cabaña donde
asentarse.
Los días pasaban y la joven sobrevivía
en aquel lugar, hasta que una noche la despertaron los ruidos de perros y
caballos. Eran cazadores que acompañaban al príncipe del reino colindante.
Los cazadores estuvieron a punto
de dispararla pero el príncipe les detuvo. Le preguntaron quién era, a lo que
ella respondió que se llamaba Toda clase de pieles y que no le hicieran
daño. La joven quedó enamorada de la belleza
del príncipe pero no podía decirle quien era en realidad.
Éste, al ver su arco en el suelo, le advirtió que si se trataba de un cazador, ese bosque era de su propiedad y que únicamente le dejarían quedarse allí si les ayudaba a cazar todas las noches. Toda clase de pieles accedió, y los cazadores y el príncipe volvieron a palacio.
Éste, al ver su arco en el suelo, le advirtió que si se trataba de un cazador, ese bosque era de su propiedad y que únicamente le dejarían quedarse allí si les ayudaba a cazar todas las noches. Toda clase de pieles accedió, y los cazadores y el príncipe volvieron a palacio.
Según se alejaban, la joven les
oyó comentar que el príncipe buscaba esposa y que durante tres días celebraría
un baile, antes de salir de caza, para conocer a una mujer a la que amar. Toda
clase de pieles no lo dudó y al día
siguiente se aseó en el lago y se puso el vestido tan dorado como el sol. Fue
a palacio, bailó con el príncipe, y éste quedó prendido de su belleza.
Sin embargo, le tenía que dar
tiempo a llegar al bosque antes de que lo hicieran el príncipe y los cazadores,
ponerse el abrigo de toda clase de pieles y tiznarse las manos y la cara para
que no le reconocieran, así que escapó corriendo del baile.
A medianoche, llegaron los
hombres al bosque y Toda clase de pieles les ayudó a cazar. La joven, que era
muy astuta, dejó el colgantito con la inicial de su nombre al lado de una de
las presas que el príncipe iba a recoger. El joven lo encontró y se lo guardó pensando
que alguien lo habría perdido.
Al día siguiente, se repitió la
historia. Se arregló, se puso el vestido tan plateado como la luna, fue a
palacio y bailó con el príncipe. Antes de que terminara el baile volvió al
bosque, se puso el abrigo y se tiznó las manos para estar lista cuando llegaran
los cazadores. Como cada noche, allí aparecieron y Toda clase de pieles les
ayudó a cazar. Esta vez dejó, sin que la descubrieran, el espejito que le había
regalado su madre. El príncipe cuando lo encontró se sorprendió de que volviera
a aparecer un objeto como aquel al lado de su presa. Se lo guardó y regresó a
palacio.
El tercer día procedió igual, la
joven se puso su vestido tan brillante como las estrellas y se dirigió al
baile. El príncipe estaba cada vez más enamorado de ella así que esa noche
antes de que saliera corriendo le puso en la mano un anillo de compromiso e
intentó que se quedara con él, pero la joven debía volver al bosque. Esta vez
no le dio tiempo a tiznarse las manos, ni se acordó de quitarse el anillo,
únicamente se puso el abrigo de toda clase de pieles.
El príncipe, que también era muy
astuto, ideó una estrategia para descubrir cómo aparecían noche tras noche esas
joyas, así que se escondió detrás de un árbol y miró a través del espejo que
había encontrado la noche anterior. Vio cómo la mano de una joven que llevaba
puesto su anillo de compromiso dejaba otro anillo al lado de su presa. Se acercó
a ella y le pidió que se quitara la capucha del abrigo, cuando comprobó que era
la princesa con quien había bailado se puso el anillo que ella le regalaba y le
pidió que fuera con él a vivir a palacio.La princesa le respondió con un dulce beso.
A los pocos días se casaron, Toda clase de pieles
abandonó la vida del bosque pero todas las noches se adentraba en él con su marido a cazar, aquello que su padre nunca le permitió.
Y colorín colorado...este cuento ¡ Se ha acabado!
Reflexión personal
Y colorín colorado...este cuento ¡ Se ha acabado!
Reflexión personal
Ésta, es una adaptación para
niños de Educación Infantil del texto “Toda clase de pieles” de los hermanos
Grimm.
Considero que puede ser adecuada
para niños de 5-6 años, ya que, gracias a los estereotipos representados (la
bella princesa, el hermoso príncipe que busca esposa mediante un baile), pueden
identificar el mensaje. Teniendo en cuenta que son textos para ser contados y que este, en concreto, tiene parte tanto de fantasía como de realidad, les
resultaría interesante a los niños de esta edad.
Además, con 5-6 años asimilan
cuentos que tienen un final feliz y que hablen, como hace Toda Clase de Pieles, de la importancia del individuo.
He mantenido algunos elementos
del original como que la princesa huye del palacio por una orden de su padre
que no quiere cumplir; que es astuta y sabe lo que quiere utilizando el abrigo
para que nadie sepa quién es en realidad e ingeniándoselas para conseguir lo
que desea: el amor del príncipe y vivir la vida que considera.
He modificado la muerte de la
madre. En mi adaptación ésta vive pero es el rey quien toma las decisiones sustituyendo,
así, el adulterio por la sobreprotección
como causa del abandono del hogar por parte de la princesa.
Los elementos, aunque modificados,
considero que mantienen su simbolismo.
Fuentes consultadas
Labajo, M.T. Bloque 2 módulo docente Literatura Infantil.
Labajo, M.T. Documentación complementaria bloque 1 Literatura Infantil.
Labajo, M.T. Documentación complementaria bloque 1 Literatura Infantil.