viernes, 15 de abril de 2016

LA HORA DEL CUENTO

En esta ocasión lo que se nos planteaba era el siguiente ejercicio: vamos a contarnos cuentos entre compañeras empleando diferentes estrategias. De esta manera nos ayudaríamos unas a otras a mejorar en esta práctica para nuestra labor como maestras.

Ahora os cuento cómo lo hicimos, pero lo más importante es que disfruté, tanto con la narración del libro que escogí, como escuchando a Elena, a Natalia y a María contando los suyos.

Eran mis compañeras del año pasado, y mientras que Natalia y María optaron por leer Un poco perdido y Adivina cuánto te quiero, Elena y yo hicimos narración con libro. Ella, El monstruo de colores y yo…





Mi madre fue quien me trajo el cuento, la culpable de que me encantara y de que, por tanto, decidiera compartirlo en este taller.

Ella me explicó en qué nivel lo empleaban y yo decidí que podría ser un libro adecuado para prelectores de 3-4 años, en contraposición a lo que establece la editorial.

Pensé en los niños y niñas de esta edad porque pueden asimilar diferencias y semejanzas entre objetos, cuentos que introduzcan conceptos simples de forma, color, tamaño…  Aunque sean todavía egocéntricos pueden captar las emociones de los otros, y, sobre todo… ¡Pueden disfrutar mucho con él!

Me puse, por tanto, manos a la obra a prepararme la narración con libro puesto que es una estrategia que requiere conocerlo de antemano. La razón por la cual la consideré, venía dada por las características del libro, por sus ilustraciones llamativas y su posibilidad de ser vistas por todos los niños. Son Ilustraciones coloridas, bien definidas y sin mucho detalle con las que apoyarme en la narración.


Tras ensayarlo en casa, lo hice delante de mis tres compañeras:

LA HORA DEL CUENTO

Empecé poniendo énfasis en el título: (sin enseñarles la portada) “El cuento que vamos a leer hoy se titula… (Doy la vuelta al libro) ¡Por cuatro esquinitas de nada!”

“Éste es cuadradito, el protagonista de nuestra historia” (señalando la portada) “y este otro, su amigo Redondito”

“¿Creéis que Cuadradito y Redondito son iguales?”

“¿Os apetece saber qué le sucede a cuadradito en el cuento?”

Comencé la narración: Cuadradito juega con sus amigos los redonditos, pero cuando van a entrar a la casa grande Cuadradito no puede entrar como los demás, “¿por qué no puede?” ¡No cabe por la puerta porque es redonda! Eso le hace estar triste, así que Cuadradito se estira, se dobla, se retuerce… (Acompaño la acción con los movimientos) pero no hay manera. Los redonditos le dicen que sea redondo y, aunque Cuadradito lo intenta, no lo consigue. Sus amigos piensan entonces en cortarle las esquinas, pero eso le haría daño así que deciden entonces que no es Cuadradito quien tiene que cambiar, sino ¡la puerta! y cortando 4 esquinitas de nada consiguen que Cuadradito se reúna en la casa grande con todos los redonditos.

Y para terminar: Y colorín colorado… ¡este cuento se ha acabado!

Las  preguntas finales que les planteé a mis compañeras fueron las siguientes:
“¿Os ha gustado el cuento?”

“¿Por qué Cuadradito estaba triste?”

 “¿Cómo creéis que se sintió Cuadradito cuando pudo entrar?”

VALORACIÓN DE MI NARRACIÓN POR EL GRUPO

Natalia, Elena y María me comentaron que lo había hecho muy bien y les había gustado sobre todo por la entonación que empleé y mi expresividad mientras se lo contaba. Me dijeron, además, que lo había hecho despacio y parando en los momentos adecuados para interactuar con ellas.

Me sugirieron algunas otras preguntas para el final de la narración:

“¿Cómo le ayudaron los redonditos a entrar a la casa grande?”

“¿Os gusta que os ayuden los amigos?”


MI VALORACIÓN SOBRE LA ACTIVIDAD

Este taller me sirvió para ver la importancia de utilizar unas estrategias adecuadas a la hora de contar cuentos a los pequeños.

Gracias a que leí previamente sobre los aspectos a tener en cuenta, pude enfrentarme a contárselo a mi grupo con seguridad, sabiendo cómo hacer para que los receptores disfrutasen con mi narración tanto como yo.

Es cierto que el taller te crea un poco la sensación de leerlo para ser evaluado por otros adultos, más que por el disfrute en sí de la lectura. En verdad, en mi caso únicamente fueron ideas previas, miedos, quizás, a recibir críticas negativas (aunque en realidad sean positivas), que desaparecieron en el momento en el que comencé a contar Por cuatro esquinitas de nada.

Este trabajo cooperativo nos hace darnos cuenta de ciertas cosillas de las que no somos conscientes, pero como nuestras compañeras sí, pueden transmitírnoslas y así aprender a trabajar con los cuentos de una manera mucho más enriquecedora de lo que intuimos sin experiencia previa.


Recomendado también para todas las personas grandes que comprenden un libro para niños.


Os dejo el enlace de los blogs de mis compañeras del año pasado donde comparten esta misma experiencia desde su punto de vista:



(El de María no lo he encontrado )

jueves, 14 de abril de 2016

TODA CLASE DE PIELES (modificación)

Érase una vez, en un reino lejano, una reina bellísima y un apuesto rey que vivían felices en su lujoso palacio. Sin embargo, su felicidad no estaba completa, pues lo que más deseaban era un bebé y, a pesar de sus años de matrimonio, seguían sin tener descendencia.

Tantas eran sus ganas de tener hijos que al fin la reina se quedó embarazada. Después de 9 meses nació una niña preciosa, tan bella como su madre, a la que pusieron el nombre de Teresa.  

El rey, que era tan tozudo como protector, no quería que su hija sufriera los males que el exterior del palacio albergaba, por lo que estipuló que la princesa jamás saldría de allí. Así se mantendría fuera de cualquier peligro.

No obstante, la pequeña amaba la caza, y, a medida que creció tuvo un deseo: conseguir elaborarse un abrigo con pieles de todos los animales. Les contó a sus padres este sueño, les rogaba una y otra vez acompañar a su padre de cacería, pero era inútil, éste siempre se negaba a que la niña saliera.

Para consolarla, su madre le regaló una cadenita con un colgante con la inicial de su nombre, un espejito y su anillo de bodas. Aunque Teresa se veía hermosísima con ellos, no le consolaron.

 Tal era el deseo que el rey  veía en su hija por tener el abrigo de toda clase de pieles que él mismo se lo confeccionó. La joven, que ya tenía 16 años, valoró el esfuerzo que su padre había realizado, pero quería haberlo conseguido por ella misma, así que pensó que la única forma de acabar con la orden de permanecer de por vida en palacio, era escapándose de ese lugar.

Sus padres no podían sospechar nada de tal decisión, debía desviar su atención. Por ello, decidió encargarles que le confeccionaran 3 vestidos: uno tan dorado como el sol, otro tan plateado como la luna y el último, tan brillante como las estrellas. De esta manera, ganaría tiempo para planificar su huída y elaborarse su propio arco y flechas con los que realizar su sueño.

Ellos estaban encantados de cumplir la petición de Teresa, pues pensaban que su obsesión por la caza había terminado, así que le hicieron los 3 vestidos. El día que se los entregaron a la joven, ésta ya tenía todo preparado para escapar.

Sabía que abandonaría a personas que realmente la querían pero su valentía le llevaba a huir, así que cogió los regalos de su madre, los 3 vestidos, el arco y las flechas, y se puso el abrigo de toda clase de pieles para que nadie la reconociera.

Anduvo y anduvo hasta que se adentró en un bosque que pertenecía a otro reino. Pensó que ese era un buen lugar para vivir, allí podría disparar con el arco y construir una cabaña donde asentarse.

Los días pasaban y la joven sobrevivía en aquel lugar, hasta que una noche la despertaron los ruidos de perros y caballos, eran cazadores que acompañaban al príncipe del reino colindante.

Los cazadores estuvieron a punto de dispararla pero el príncipe les detuvo. Le preguntaron quién era, a lo que ella respondió que se llamaba Toda clase de pieles y que no le hicieran daño.  La joven quedó enamorada de la belleza del príncipe pero no podía decirle quien era en realidad. Éste, al ver su arco en el suelo, le advirtió que si se trataba de un cazador, ese bosque era de su propiedad y que únicamente le dejarían quedarse allí si les ayudaba a cazar todas las noches. Toda clase de pieles accedió, y los cazadores y el príncipe volvieron a palacio.

Según se alejaban, la joven les oyó comentar que el príncipe buscaba esposa y que durante tres días celebraría un baile, antes de salir de caza, para conocer a una mujer a la que amar. Toda clase de pieles no lo dudó y  al día siguiente se aseó en el lago y se puso el vestido tan dorado como el sol. Fue al baile, bailó con el príncipe, y éste quedó prendido de su belleza.

Sin embargo, le tenía que dar tiempo a llegar al bosque antes de que lo hicieran el príncipe y los cazadores, ponerse el abrigo de toda clase de pieles y tiznarse las manos y la cara para que no le reconocieran, así que escapó corriendo del baile.

A medianoche, llegaron los hombres al bosque y Toda clase de pieles les ayudó a cazar. La joven, que era muy astuta, dejó el colgantito con la inicial de su nombre al lado de una de las presas que el príncipe iba a recoger. El joven lo encontró y se lo guardó pensando que alguien lo habría perdido.

Al día siguiente, se repitió la historia. Se arregló, se puso el vestido tan plateado como la luna, fue a palacio y bailó con el príncipe. Antes de que terminara el baile volvió al bosque, se puso el abrigo y se tiznó las manos para estar lista cuando llegaran los cazadores. Como cada noche, allí aparecieron y Toda clase de pieles les ayudó a cazar. Esta vez dejó, sin que la descubrieran, el espejito que le había regalado su madre. El príncipe cuando lo encontró se sorprendió de que volviera a aparecer un objeto como aquel al lado de su presa. Se lo guardó y regresó a palacio.

El tercer día procedió igual, la joven se puso su vestido tan brillante como las estrellas y se dirigió al baile. El príncipe estaba cada vez más enamorado de ella así que esa noche antes de que saliera corriendo le puso en la mano un anillo de compromiso e intentó que se quedara con él, pero la joven debía volver al bosque. Esta vez no le dio tiempo a tiznarse las manos, ni se acordó de quitarse el anillo, únicamente se puso el abrigo de toda clase de pieles.

El príncipe, que también era muy astuto, ideó una estrategia para descubrir cómo aparecían noche tras noche esas joyas, así que se escondió detrás de un árbol y miró a través del espejo que había encontrado la noche anterior. Vio cómo la mano de una joven que llevaba puesto su anillo de compromiso dejaba otro anillo al lado de su presa. Se acercó a ella y le pidió que se quitara la capucha del abrigo, cuando comprobó que era la princesa con quien había bailado se puso el anillo que ella le regalaba y le pidió que fuera con él a vivir a palacio.

Se casaron, Toda clase de pieles abandonó la vida del bosque pero regresaba junto con el príncipe todas las noches a cazar, aquello que su padre nunca le permitió, y vivieron felices y comieron perdices.

Reflexión personal 

Ésta, es una adaptación para niños de Educación Infantil del texto “Toda clase de pieles” de los hermanos Grimm.

Considero que puede ser adecuada para niños de 5-6 años, ya que, gracias a los estereotipos representados (la bella princesa, el hermoso príncipe que busca esposa mediante un baile), pueden identificar el mensaje. Teniendo en cuenta que son textos para ser contados y que éste, en concreto, tiene parte tanto de fantasía como de realidad, les resultaría interesante a los niños de esta edad.

Además, con 5-6 años asimilan cuentos que hablen, como éste, de la importancia del individuo; y tengan un final feliz.

He mantenido algunos elementos del original como que la princesa huye del palacio por una orden de su padre que no quiere cumplir; que es astuta y sabe lo que quiere utilizando el abrigo para que nadie sepa quién es en realidad e ingeniándoselas para conseguir lo que desea: el amor del príncipe y vivir la vida que quiere.

He modificado la muerte de la madre. En mi adaptación ésta vive pero es el rey quien toma las decisiones sustituyendo, así, el adulterio por la sobreprotección como causa del abandono del hogar por parte de la princesa.


Los elementos, aunque modificados, considero que mantienen su simbolismo.

Fuentes consultadas

Labajo, M.T. Bloque 2 módulo docente Literatura Infantil.
Labajo, M.T. Documentación complementaria bloque 1 Literatura Infantil.